Los que nos seguís desde hace algún tiempo bien sabéis que le damos mucha importancia a los hombres de " la tierra " esos viticultores que defienden que todo nace en la viña y que desde ahí se hace la magia del vino.
Hoy os queremos traer a un elaborador que en Tierras de uva admiramos mucho y nos sobran razones para hacerlo, su forma de hablar sin tapujos, su atrevimiento a ser simple y llanamente como es hace que sigamos sus pasos como guía en el camino, os estamos hablando de Roberto Oliván, elaborador de Tentenublo Wines.
Os queremos compartir una entrevista que le han hecho en el Blog Rioja Alavesa, sentaos con uno de sus vinos y disfrutar porque os vamos a presentar a un personaje que merece mucho la pena y en este siglo que estamos tan faltos de valores encontrarse con alguien como Roberto Oliván es una bocanada de esperanza .
" Este será el prólogo de una larga entrevista con Roberto Oliván, que con la osadía de su juventud trabaja al dictado de sus antepasados de Viñaspre .
Abriremos la botella de la conversación y apenas beberemos un pequeño sorbo de vino. Copa a copa, iremos conversando con el único bodeguero de Viñaspre que embotella y vende su vino a catorce países del mundo.
Una conversación con el artífice de la bodega que Tim Atkin calificó de «bodega revelación» en 2015. El bodeguero que no quiere parecerse a nadie.
Su bodega se llama Tentenublo Wines. Cuando abren sus botellas en Tokio o en Nueva York cuentan que el nombre hace referencia al repique de campanas que se utilizaba en Rioja Alavesa para alejar las nubes de granizo durante la maduración de la uva.
«Tente» vendría a significar DETENTE. Y «nublo», nubarrón amenazante. La gente le puso palabras al repique de campanas: “Tente Nublo”. Detente nubarrón de granizo. Detente piedra de los cielos.
.- ¿Qué chispazo puso en marcha tu vida bodeguera?
El chispazo fue la crisis económica.
.- Tú habías empezado antes, llevando cinco hectáreas de viñedo.
Antes de hacerme con la bodega, empecé con 18 años a llevar las cinco hectáreas de viñedos que eran de mi madre y de mi tío… Ellos marcharon a trabajar a distintas fábricas, mi tío en Vitoria, mi madre en Logroño. Y yo cultivaba las viñas los fines de semana.
.- Te formaste en la universidad como ingeniero agrónomo.
Eso es.
.- Pero la crisis te doctoró en otra ‘asignatura’.
El caso es que en 2010 nos dijeron que las uvas se pagarían ese año a 50 céntimos. ¡Imagínate, la mitad de lo que veníamos cobrando!
.- Tú llevabas vendiendo las uvas de las cinco hectáreas de viñas desde los 18 años.
Vendía las uvas a distintas bodegas de alrededor. En 2009 me habían pagado las uvas a 1 euro, pero en 2010 me anunciaron que me las pagarían a 50 céntimos, cuando a mí me costaba producirlas 60 ó 70 céntimos.
.- ¡Esa es la crisis que te despierta!
Una crisis que se va a repetir de nuevo en 2020.
.- Tú ya la ves venir.
Las crisis ocurren cada diez años. En 2010 llevaba el viñedo, asesoraba a alguna bodega como freelance en Somontano, y en Txakoli… Total, que ante aquel panorama me dije que no podía seguir con todo esto. Así fue como me lancé a elaborar mis primeras 3.500 botellas. “Vamos a probar a ver qué pasa”, me dije y les dije a mi madre y a mi tío.
.- En 2011 sacaste al mercado tus primeras 3.500 botellas.
Alquilé un espacio en la antigua cooperativa El Collado de Laguardia y nos lanzamos… Ahora hacemos toda nuestra producción embotellada en Lanciego. Así que el chispazo fue una crisis.
.- Bendita Crisis, ¿no?
El consejo de Abel Mendoza
.- ¿Cómo y cuándo decidiste ponerte a estudiar?
Estaba un día en el bar de Viñaspre pensando que me iba a quedar en el campo con las cinco hectáreas de mi madre y mi tío, y pensé en hacer algo más. Así que me fui a la ingeniería técnica agrícola. Y ya que estamos, después hice la licenciatura de Enología.
.- Coincidirías con gente de Rioja Alavesa
Yo tengo 36 años, y coincidí con Arturo, de Artuke, que nos llevamos muy bien. De nuestra generación, la verdad, en Rioja Alavesa hay muy poca gente formada.
.- La formación académica te ha venido bien.
Sí, aunque nosotros aprendíamos en las viñas. Luego, tras la universidad, tuvimos que desaprender ciertas cosas, gracias a Dios. Pero claro, en la universidad te dan las herramientas para que tú tengas la capacidad de aprender después por tu cuenta.
.- ¿Cuál sería la crónica de estos casi diez años, del 2010 al 2019?
Ha pasado de todo: cosas muy bonitas, muy impresionantes, porque nosotros decidimos cuáles eran nuestros precios. Y la gente que ha trabajado con nosotros ha entendido nuestros vinos, creando una red comercial relativamente estable… que en eso hay que seguir día a día.
Pero claro, también ha habido momentos perros. Pero en definitiva son 9 años de mucho trabajo. Y lo notas, porque tengo 35 años y uno se va cansando.
- Te acabas de quitar un año, ya que hace un instante tenías 36, jajaja.
Es verdad. Soy de 1982, así que este año haré 37 tacos. Pero sí, he pasado de 3.500 botellas a 55.000 botellas, quizá 60.000, que es el tope, y no va a haber más.
.- Hablemos primero de lo “bonito e impresionante”, quizá hablemos después de los momentos “perros”.
Lo bonito es cuando ves que te puedes ganar la vida con esto. Cuando te dices a ti mismo “ya lo he conseguido, ya me gano la vida con las viñas y el vino”.
.- ¿Cuándo dijiste eso mismo?
Hace dos años, cuando estabilizamos todo y empezó mi mujer a trabajar conmigo.
Leyre también es de Viñaspre, pero hasta entonces trabajaba en una tienda de Logroño. Los padres de mi mujer son también viticultores… Llevamos saliendo desde los 18 años.
.- Justo cuando empezaste a trabajar con las viñas, con 18 años, te enamoraste de Leyre.
Sí, pero antes de empezar mi mujer a trabajar conmigo me dieron un gran consejo, uno de los mejores consejos que me han dado en la vida…
.- ¿Quién te dio ese gran consejo?
El vitivinicultor Abel Mendoza, de San Vicente de la Sonsierra, que me dijo un día: “hasta que no entre tu mujer a trabajar contigo, tú no vas a hacer buenos vinos”. Y es verdad. Ahora estamos más estables que nunca.
En esta bodega mi mujer se encarga de todo el papeleo, de los pedidos, nos echa una mano cuando hace falta… Y el otro chico y yo nos encargamos de lo demás. Con ella hemos empezado a hacer buenos vinos.
.- He conocido a otros como tú que habéis empezado, por decirlo así, casi de cero, con la ilusión y el impulso genético de vuestros antepasados. Vuestra energía es desbordante.
Coño, nosotros hemos montado todo esto de la nada, porque no teníamos nada. Había una bodega vieja en Viñaspre que le tocó a otro tío mío… Empecé con 12.000 euros. Hemos ido comprando todo poco a poco. Ahora tengo lo suficiente para poder elaborar el tope de mi producción, lo que puedo manejar con las manos, de 50.000 a 60.000 botellas. Ni una más.
¡Ay, cuando vas en invierno por las calles de Viñaspre y no ves a nadie!”
.- En Viñaspre debéis vivir en invierno unas treinta personas.
Pero a nadie. ¡No ves a nadie!
.- Eso tiene que ser duro.
Ostias, que si es duro. El tema es que este pueblo es único.
«Viñaspre es la Rioja Alavesa desconocida y dura».
Oliván defiende que cada cual ha de buscar y encontrar su identidad, estando dispuesto a hacer cuarenta vendimias más, dispuesto a tirarse toda la vida -por ejemplo- para entender sus treinta parcelas de viña.
.- Así que alquilaste un espacio en la antigua cooperativa de Laguardia…
Estuve en las Bodegas El Collado, que está saliendo de Laguardia a mano izquierda, frente al edificio de La Cuadrilla. Allí alquilé primero un módulo, y luego tuve dos. Por cien euros tenía una bodega. Yo la pinté, la di de alta e hice el proyecto.
Allí aprendí la justa medida. A saber hasta dónde tenía que llegar. Eso es importante, porque algunos de Rioja Alavesa se quieren parecer más a uno grande que a uno pequeño. Piensan en una gran coche, en ir a comer por ahí… No, no. En el Collado aprendí lo que es ser cosechero.
.- ¿De qué se trata?
Se trata de tener una unidad que te da para vivir, y que no necesitas más, donde sobran las pretensiones de grandeza. Las bodegas de El Collado son bodegas que tienen una unidad que es con lo que antes vivía una familia. Antes se vivía con 30.000 kilos de uva, unas 30.000 botellas más o menos.
“¡Ay, cuando vas en invierno por las calles de Viñaspre y no ves a nadie!”
.- En Viñaspre debéis vivir en invierno unas treinta personas.
Pero a nadie. ¡No ves a nadie!
.- Eso tiene que ser duro.
Ostias, que si es duro. El tema es que este pueblo es único.
«Viñaspre es la Rioja Alavesa desconocida y dura».
Quizá por esa singularidad y esa dureza, el vitivinicultor Roberto Oliván no quiera parecerse a nadie. Ni a un modelo de bodega, ni a un determinado enólogo, ni a los viticultores franceses o italianos…
Oliván defiende que cada cual ha de buscar y encontrar su identidad, estando dispuesto a hacer cuarenta vendimias más, dispuesto a tirarse toda la vida -por ejemplo- para entender sus treinta parcelas de viña.
.- Así que alquilaste un espacio en la antigua cooperativa de Laguardia…
Allí aprendí la justa medida. A saber hasta dónde tenía que llegar. Eso es importante, porque algunos de Rioja Alavesa se quieren parecer más a uno grande que a uno pequeño. Piensan en una gran coche, en ir a comer por ahí… No, no. En el Collado aprendí lo que es ser cosechero.
.- ¿De qué se trata?
Se trata de tener una unidad que te da para vivir, y que no necesitas más, donde sobran las pretensiones de grandeza. Las bodegas de El Collado son bodegas que tienen una unidad que es con lo que antes vivía una familia. Antes se vivía con 30.000 kilos de uva, unas 30.000 botellas más o menos.
Hablaba con Felipe, que ya falleció… Por entonces echaba todas las tardes en el Collado. “Roberto, la gente vivía con esto que ves aquí. Mi abuelo vivía con 30.000 kilos de uvas, y yo también. En el Collado hacia el lago y luego me sentaba aquí y vendía mi vino en garrafones los sábados y domingos”.
.- Los Felipe y compañía han sido también una escuela para ti.
Él me hizo ver que con pocos medios, con un lago grande de 30.000 kilos, y abajo unos depósitos de hormigón, se puede salir adelante. Allí sigue la gente trabajando, con 54 pequeñas bodegas, de las que hoy sólo están funcionando siete u ocho.
.- Pero ahora con 30.000 kilos de uvas ya no es posible vivir.
Así es… salvo que montes una cosa tipo lo mío que sea rentable, porque tus vinos son buenos y tienen un precio adecuado.
¿A que distancia está de tu casa la bodega que hoy tienes en Lanciego?
A dos kilómetros de mi casa de Viñaspre.
.- Esta bodega de Lanciego…
Esta bodega la ha pagado el vino, ¿sabes? ¡El vino! Aquí lo hemos ido montando todo poco a poco, y el dinero ha ido saliendo del mismo proyecto. Con aquellos 12.000 euros que empezamos hemos ido generando todo lo demás.
.- ¿Cuándo empezaste a elaborar vino en esta bodega?
La primera vendimia que hicimos en Lanciego fue en 2014. Primero alquilamos la bodega, y luego la compramos.
¿Cuál ha sido tu modelo de bodega?
La verdad es que no quiero parecerme a nadie. Cada uno debe tener y hacer su camino. Yo no he querido parecerme a nadie de Rioja Alavesa, ni de Francia o España. He visitado muchos sitios y he visto muchas cosas, pero cada cual ha de encontrar su identidad.
.- ¿Cuál es tu seña de identidad?
Es un camino. Vas cogiendo ritmo y adaptándote, entendiendo mucho más la complejidad. La bodega es sencilla… pero ah amigo, afuera en las viñas tengo yo un problema muy gordo…
.- Explícate.
Es fácil de explicar: tengo DIEZ hectáreas de viñas en un total de TREINTA parcelas. Treinta parcelas que se vinifican y se tratan todas por separado. Treinta parcelas, cada una de las cuales se elabora de una forma, y te diré que cuesta entender 30 unidades y que me voy a tirar toda la vida para entenderlas.
También te diré que parte de la identidad de los vinos y de cómo vivimos nosotros es… porque vivimos en Viñaspre.
.- ¿Por qué dices que Viñaspre es la parte DURA de Rioja Alavesa?
Aquí tenemos un clima mediterráneo en la zona de abajo, muy cálido, y tenemos arriba un clima atlántico muy duro, muy frío. Luego te voy a enseñar un valle que vas a flipar, que no existe más que en Viñaspre, con unos robles tremendos.
«Es también el reino del minifundio»
Tengo parcelas de 1000 metros cuadrados, y de 800 metros cuadrados. Toda esa suma de factores, con la diversidad, nos convierte en un perro mestizo. Todo ello configura y hace nuestros vinos, sobre todo los dos básicos: Tentenublo y Xérico.
- Antes me has comentado que te habías levantado a las 6 de la mañana y ya habías sulfatado tres hectáreas de viñedo.
Para hacer tres hectáreas, he estado en cinco fincas con el tractor. Y mañana si azufro otras tres hectáreas, es posible que esté hasta en siete fincas diferentes. Si miras la foto aérea del catastro de Rioja Alavesa, verás el minifundio, pero si te acercas a Viñaspre, hay una mayor atomización.
Por otra parte eso ha facilitado que yo haya podido comprar fincas, porque no es lo mismo comprar una finca de una hectárea que una finca de 1000 metros.
.- Hace años montasteis aquello de Rioja ‘n’ Roll de jóvenes productores independientes…
Yo ya no estoy en el grupo, pero aquello surgió porque venían prescriptores del vino y con nosotros pasaban de largo porque no teníamos representatividad. Así que creamos aquello para llamar la atención. Estaba Arturo, el Olivier, estaba Sandra Bravo…
Sandra Bravo, a quien este año Tim Atkin ha nombrado “Bodeguera joven del Año”
Conmigo también hizo lo propio hace tres años.
.- ¿Supuso algo para ti, o para tus vinos?
Se nota en que te visita más gente, y te pone más en el candelero. Pero bueno, antes de que viniera ese reconocimiento, yo ya vendía bien las botellas. “Oye, que he leído sobre ti y quiero visitarte”. En eso se nota. Pero yo ya tenía distribuidores que confiaban en mí. Esos son los buenos, los que apuestan por ti.
A su manera
.- Dices que ahora has encontrado tu manera de elaborar el vino.
Sí, y no tiene nada que ver con mis primeros vinos. 2016 fue un cambio, y el 2017 no te digo. Ahora empiezan a hacer vinos que saben a lo que sabe un vino de Viñaspre de hace 50 años.
¿Era uno de tus objetivos?
Empezó a ser el objetivo desde el tercer o cuarto año. Porque el mercado te pide una cosa muy pura que refleje el pueblo, y que refleje tu personalidad, porque se tienen que parecer a ti. Poco a poco se va hilando todo.
.- Vino de Viñaspre como el “de hace 50 años”. ¿Para honrar lo que hicieron tus mayores?
Ahora hay una viticultura de precisión, con satélites, etc.; pero la verdadera viticultura de precisión es la de un agricultor que pasa el día en el campo, y conoce muy bien todas sus parcelas, sabiendo porqué se ha plantado todo en cada sitio. ¿Qué sucede? Que la transmisión oral se va perdiendo. Poco sabemos de una persona que plantó una viña hace cien años, ni sus criterios… Tienes que andar pensándolos y estudiándolos.
.- Tú sigues plantando viñas.
Te confieso que las viñas que estoy plantando ahora, las estoy plantando con el criterio de aquellos. Tengo la suerte de que está mi tío Ignacio, que tiene 75 años, y está mi suegro Eugenio, con una edad parecida.
Mi suegro ha trabajado de pastor y de viticultor, y es un tío que sabe mucho, habiendo trabajado para mucha gente a jornal. Es de los que sabe qué había en cada parcela, de los que sabe qué va a salir cuando mueves el suelo para plantarlo. Y de qué variedades de uva estaba todo plantado.
.- ¿Les has escuchado siempre?
He tenido la suerte de que mis padres me dejaran manga ancha. En muchas cosas les he hecho caso, en otras he tenido que descubrir por mí mismo a dónde me llevaban. En esta Comarca la viticultura tiene mil años de historia y mucho trabajo a cuestas.
Por mi parte estoy dispuesto a hacer otras 40 vendimias en busca de esa identidad, que no la voy a encontrar nunca y el que venga detrás tendrá que seguir buscando esa identidad.
- ¿Qué dicen Ignacio y Eugenio de tus vinos?
Al principio no decían nada, ni ellos, ni mi padre, ni mi madre. Les chocaba que vinieran a verme ya en 2012 gentes de Japón, o de Nueva York…
No entendían nada. Ni entendían que yo cobrara “tanto” dinero por una botella. De momento ellos veían que la cosa iba para arriba. Mi tío tampoco entendía que yo empezara a comprar viñas, todos los corrillos que hemos comprado, pasando de 16 a 30 parcelas.
.- Tu tío te diría “compra una grande y déjate de historias”.
Justo eso me decía. Yo le explicaba que cuanta más diversidad tuviéramos, más nos acercaríamos al vino que tenemos que hacer, y con mejor calidad. Pero claro, el trabajo era más duro. Ellos no querían darme la razón, pero yo he podido comprarlas gracias a que eran corrillos, porque yo no puedo comprar una finca de 2 hectáreas.
sa de 800 metros cuadrados (de 0,08 has) las has comprado hace poco.
He comprado parcelas por mil euros. Hemos comprado parcelas por nada, que estaban casi abandonadas, pagando por la tierra para rehacerlo todo, los muros, las cepas, metiendo todas las horas del mundo. Eso sí puedo gastar, las horas que haga falta, pero no dinero. Yo no puedo comprar una hectárea, que aquí vale 120.000 euros.
.- ¿Cómo se entiende una parcela?
Tienes que echar muchas horas y ver cómo es el paisaje que la rodea, su orientación, la vegetación que tiene al lado, qué suelo tiene, qué profundidad tiene ese suelo. Y ahí entra la información que me da mi tío: “Esto era de fulano, tenía plantada tal variedad… en esa zona vas a tener esto, en la otra aquello”.
Nosotros hemos plantado todo siguiendo el criterio del anterior propietario, con multivarietales, injertando todo en campo.
- ¿Te ha enseñado a injertar tu suegro?
Eso es, porque como era pastor sabe pelar palos, y hacer púas. Por mi parte, con prueba-error, vas dando con la clave.
.- Estoy equivocado, Roberto, o te veo hablando casi con las parcelas.
Tienes que tratar a cada una de ellas como entes separados. Lo que no se puede es hacer una viticultura de receta. A todas no les puedes dar lo mismo. Tampoco puedes abonar a todas por igual. Y dentro de cada unidad, tampoco puedes abonarlas por igual.
Por eso luego vinifico por separado… que ¡en esta bodega hay cuarenta vinos, eh! Así sabes los errores que has cometido durante un año.
¿Son diferentes los vinos de parcelas cercanas?
Mira esas tres barricas que pone “La quemada trilogy”, entre esas tres parcelas, de una a otra hay 100 metros. Y son totalmente distintas. La Chunga es Tempranillo y Viura (30%), la Fuente Colas es casi todo Tempranillo, y La Quemada es Tempranillo y Jaén Blanca Calagraño (5%).
Cambia mucho el suelo de una a otra. Una es arenisca roja, la otra es marga caliza y la tercera es una mezcla de las dos. Luego las de suelo blanco van a mi vino Xérico, y las de suelo rojo van a Tentenublo.
- ¿Cómo nació el nombre de tu bodega, Tentenublo? ( porque conozco esa plegaría para evitar el granizo que dice “Tente Nublo, tente en ti, si eres agua cae aquí…”
En 2011 (con aquellas 3.500 primeras botellas) bajé al diseñador sin tener un nombre. Aquel me dijo que con los nombres tenía que contar una historia. Así fue. Xérico y Tentenublo cuentan la historia de mi familia y una que sucede en el pueblo.
Ahí empecé a investigar. Sería mayo o junio y desde arriba de Viñaspre se ven todas las tormentas… De repente se me cruzó el nombre, Tentenublo, un nombre muy tradicional de todo el Ebro. Luego en Viñaspre hay un campanario desde donde se ve todo el valle.
- Y la de Xérico ¿qué historia de tu familia cuenta?
Es un vino de familia, de cosechero, es un vino que sale todos los años con una persona diferente de mi familia en la etiqueta. Un vino que representa mi trabajo y el de mi familia durante un año. ¡Un año! Qué pronto se dice, ¿verdad? ¡Qué intenso es!
Este es simple y llanamente Roberto Oliván, interesante verdad ?
Este mes os haremos llegar dos botellas de Tentenublo Tinto 2018 y alguna sorpresita más para que disfrutéis de sus vinos en compañía !
Disfrutad y sed felices por favor !
Costo : 2 botellas de Tentenublo Tinto 2018 . 1658 $