Asomándonos a Arribes del Duero !

Asomándonos a Arribes del Duero !

     Este mes  dedicaremos nuestro espacio a  la D.O. Arribes del Duero que aunque reza calificada como tal desde 2007 es una perfecta desconocida en el panorama vitivinícola.

     En 1988 se realizan los primeros contactos con la Administración para obtener la Denominación de Origen, aunque habría que esperar diez años, hasta el 24 de septiembre de 1998, para que fuera otorgado el calificativo “Vino de la Tierra de Arribes del Duero”. Esta Asociación, tras años de esfuerzo, unificaba  dos zonas de tradición vitivinícola localizadas entre Zamora y Salamanca, y vinculadas geográficamente por el recorrido fluvial del magnánimo Duero. El 27 de julio de 2007 se obtiene la D.O.Arribes del Duero.

    Se reconoce la tradición vitivinícola de la comarca, y ello supone la valoración de variedades autóctonas minoritarias y la reactivación de una zona cuya población sigue manteniendo la ilusión por el cultivo de esos viñedos arraigados en bancales, legado histórico de sus antepasados.

     Al hablar del clima de Arribes del Duero, conviene primero situar el entorno climático multiprovincial (Zamora y Salamanca) en el que se encuentra, relacionándolo a la vez con el clima general de la Meseta del Duero, para así, poder situar perfectamente este microclima arribeño de parámetros tan singularizados. Los rasgos climáticos de Arribes del Duero son muy característicos, y constituyen uno de los principales criterios definidores de este espacio, donde el clima presenta notables diferencias respecto al del resto de la región. El régimen pluviométrico es relativamente elevado, cuyo índice anual se sitúa por encima de los 700 mm, debidos a la localización de esta comarca en el extremo más occidental de la Cuenca del Duero. A su vez el relieve determina grandes diferencias térmicas, de  manera que en la penillanura el régimen térmico es semejante al del resto de la cuenca, con inviernos fríos y largos; veranos cortos y calurosos; mientras en los valles de los ríos, el arribe o las arribas,  alcanzan temperaturas considerablemente elevadas, que superan en unos 5º C a las de la penillanura resultando los inviernos más cortos, y por el contrario los veranos más prolongados. En los encajados cañones, no se conocen las heladas y la temperatura media de enero es de unos 9º C; siendo la de agosto de unos 26º C, lo que posibilita el surgimiento de un paisaje agrario claramente diferenciado, que ha permitido un desarrollo más seguro y estable del viñedo en un espacio caracterizado en términos generales, por sus grandes desniveles y abundantes laderas, sin llegar a constituir una zona montañosa propiamente dicha.  Atendiendo al clima arribeño, y teniendo en cuenta que la vid lleva milenios en la zona, se puede concluir que este espacio agrario responde plenamente y en las mejores condiciones posibles a las exigencias de la viña, que además, como se sabe tiene una gran capacidad de adaptación a diferentes ecosistemas.

      El tipo de suelo evidentemente depende de la roca madre, pero sobre todo de la naturaleza  y de las transformaciones que ésta sufre, muy variable según las condiciones climáticas y la vegetación. En Arribes del Duero, la roca madre desde un punto de vista geológico está constituido  por rocas ígneas (graníticas), como materiales mayoritarios, aunque también existen rocas sedimentarias metamorfizadas, principalmente pizarras. Esta circunstancia de partida, unida a lo accidentado del relieve, con pendientes comprendidas entre el 10 y el 30 %, con montículos de laderas muy variables, que en algunos lugares llegan a ser muy pronunciadas, hace que el suelo sea la consecuencia de ostensibles y acusados rasgos del efecto de la erosión; por lo que se encuentran suelos de cierta variación; aunque en general de poco fondo, unos 30 centímetros de media, sobrepasando en algo esta medida cuando se asientan sobre pizarras. Cuando se habla de pizarras en esta comarca, realmente se trata de una especie de granito laminar de carácter muy deleznable, que se presenta en estratos inclinados, que retienen y regulan muy bien la humedad, por lo que sobre estos suelos se pueden alcanzar profundidades y espesores muchas veces superiores a los dos metros, vegetando muy bien sobre ellos la vid y otras plantas leñosas. El suelo que vamos a llamar agrícola, es el resultante de la transformación que del suelo natural hace el hombre, mediante la aplicación de técnicas de laboreo. Las  raíces a menudo penetran por debajo de la capa laborable trabajada, a una profundidad de varios metros, y esas zonas profundas intervienen también en la producción agrícola, y muy fundamentalmente en la vitícola para el aprovechamiento de estos suelos, en las laderas y valles de los ríos de este espacio, de relieve a veces excesivo, con pendientes muy pronunciadas que, en algunos casos se aproximan a la verticalidad ha sido previamente necesario el gran esfuerzo de construir bancales (que aquí llaman paredones), para poder retener en ellos unos suelos de textura limo-arenosa, a veces con intervalos franco-limosos, de abundante pedregosidad. Estos suelos son también pobres en elementos y oligoelementos esenciales, aunque una vez subsanados resultan idóneos para el aprovechamiento agrícola de estas partes del terrazgo, sobre el que se encuentran plantados viñedos, olivos y frutales, contribuyendo además con la penetración de sus raíces en el suelo y subsuelo a la contención de las laderas.

     Las variedades de uva en esta zona en cuanto a tintas se refieren son las siguientes : Bruñal, Juan García , Rufete, Garnacha, Tempranillo y Mencía. Si nos referimos a las variedades blancas nos encontraremos con Malvasía, Verdejo y Albillo.

     Después de este pequeño acercamiento a la D.O. Arribes del Duero queremos haceros llegar un vino de la Bodega El Hato y el Garabato comandada por Liliana Fernández y José Manuel Beneitez. Una bodega familiar, pequeña y artesanal que tienen el propósito de hacer vinos honestos recuperando viejas elaboraciones y variedades olvidadas.

     Tendréis el gusto de disfrutar del vino tinto Sin Blanca 2016 elaborado con las variedades Juan García, Bruñal, Bastardillo Chico y Rufete.

     Recordad, disfrutad por favor !!

Costo : 2 botellas Sin Blanca 2016, 1.500$ ( Portes 30$ Puebla, 60$ resto de la República )

 

( Fuente : Consejo Regulador D.O.Arribes del Duero )